El flamante T-ONE S está equipado con comodidades exclusivas Amandabus tenía claro que quería crear un vehículo supremo y llamó a las oficinas de Integralia para diseñarlo. Querían que viajar en un minibús de lujo por Las Palmas de Gran Canaria fuera como deslizarse dentro de un sueño con ventanas panorámicas. Dentro del vehículo, el silencio acolchado de las butacas en piel, el frescor preciso del aire, la iluminación del interior configurada con luces led personalizables, la música elegida sonando con la delicadeza de un susurro, y esa sensación de que el mundo se ha afinado a medida del viaje. Es un espacio suspendido entre el descanso y la promesa de lo que vendrá.
Las conversaciones con tus acompañantes alrededor de la mesa del minibús serán un placer más dentro del viaje. El resto de pasajeros están en sus asientos, reposando, descansando, leyendo o compartiendo con sus seres queridos las últimas fotos que acaban de hacer.
Para quienes recorren la isla en compañía este tipo de transporte no es solo cómodo: es íntimo. La ruta se convierte en una narrativa, donde cada parada es un capítulo, y cada tramo entre destinos, un respiro con vistas. En lugares donde los paisajes cambian cada pocos kilómetros y el tiempo parece ceder, moverse en un minibús premium no es un medio: es una forma de habitar la belleza.
Amandabus quería un minibús espectacular, de color negro, con entrada en inox, que cuando se abriese la puerta se cruzase un arco hacia un ambiente íntimo, confortable y tranquilo. Una parte del viaje que no desentonase con el resto de lo vivido en la isla. El objetivo es que mientras el minibús avanza con la suavidad de una caricia, el grupo se
convierte en una pequeña burbuja de calma y complicidad, ajena al vértigo exterior. En ese refugio móvil, la isla deja de ser un simple destino para transformarse en un escenario donde cada detalle se siente más cercano, más propio. Viajar así es entregarse al lujo de la lentitud y a la magia de lo compartido, en un trayecto que se vuelve recuerdo antes de llegar.